Cuando
percibimos más libertad solemos utilizar
solo lo que más nos gusta de ella. La libertad se puede utilizar para muchos
fines. Algunos, placenteros y fáciles de
alcanzar y disfrutar casi al instante. Otros, no tanto. Conllevan;
responsabilidad, esfuerzo, constancia,
renuncias a cosas gratas por otras que no lo son tanto. Así, ocurre que
después de una época de disfrutar la libertad a tope nos damos cuenta que somos
muy “libres” de hacer lo que nos dé la gana pero en ese camino engañoso del “todo
va bien”, perdimos valores éticos que
nos privaron de la herramienta mas eficaz para sobrevivir; La voluntad, la responsabilidad,
el deber cívico de participar en aquellos sitios en que se toman decisiones que
a todos nos afectan. El gusto por las cosas bien hechas. El sentido de la
curiosidad por saber, El respeto a los diferentes, El interés por la
cultura y en general por todo aquello
que sin ser medible ni contable ni
acotable forman una invisible pero eficaz trama que hace que una persona pueda vivir para si misma y para los demás.
Pero nos enseñaron que
todo es “resultados”. Ni esfuerzos ni actitudes ni renuncias ni solidaridad ni
gaitas.
Llegados a este punto al
que nos ha llevado un capitalismo sin par en cuanto a avaricia se refiere y la
ausencia total de los antes citados valores éticos, lo que queda es; que si eres débil, estas estorbando. Si tienes
dudas, estás estorbando. Si sueñas, estas estorbando. Si piensas mucho, estas
estorbando. Si no ofreces resultados cuantificables, la sociedad que tu mismo
has contribuido a forjar te “elimina” mediante el consabido método de la patada en el culo, pero “de parte de”. Es
decir, que recibes la patada pero no te la dan ellos. No se si me explico.
Pondré un ejemplo claro. Es una patada en el culo… pero en diferido.
2014-11-21
Emilio Martínez Arrés.

