Solemos
asentir cuando oímos decir aquello de que el hombre vive su vida y que cada
cual lo hace como puede, sabe, o quiere.
No hay
ningún hombre que tenga “su” vida propia. El transcurrir del tiempo (elemento
inexorable de condicionamiento universal) sobre la finísima línea de luz que
cruza el espacio de lado a lado que supone la vida, hace que esta transcurra a
modo de gran río que a veces con aguas calmas y otras arrolladoras,
embravecidas y turbias juegue con el hombre como si de un palillo se tratase.
¿Cómo puede ser que tenga “su” propia vida si ni siquiera le es posible
dominarla?
Es
sorprendente que el hombre siga diciendo. “NO DEJARÉ QUE NADIE INTERVENGA EN MI
VIDA. NADIE ME VA A DECIR QUE TENGO QUE HACER CON MI VIDA”
No es el hombre
en fin quien dispone de la vida sino el tiempo. El transcurrir del tiempo hace
nacer vivir y morir al hombre y en ese espacio de tiempo millones y millones de
personas han tenido experiencias parecidas cuando no sospechosamente iguales.
Lo siento,
pero he de decirles que la vida más importante no es la de cada uno de
nosotros. Eso es lo que pensamos siempre. Dudamos de muchas cosas, pero de
esa.......... De esa precisamente, NO. NUNCA.
Doy por
imposible el hecho de que tantos seres que pueblan el mundo tengan razón en la
misma cosa y además pensando de manera totalmente opuesta. ¿No resulta esto
llamativo? Ni aún así, acabamos de caer en la cuenta de que, todos, todos
nosotros, somos una misma cosa. LA
VIDA.
Elda
06/09/2009
E. M. Arrés.


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